jueves, junio 30, 2011

Herramientas desconocidas

Entre el montón de herramientas compradas el otro día, hay algunas cosas que no tengo ni la más remota idea de para qué sirven. Así que os las pongo aquí con la esperanza de que algún alma caritativa me despeje dudas.

Las primeras son un grupo de herramientas compuestas por cuatro piezas cada una (en la foto están más o menos agrupadas por numeración) que comparten número de pieza:


En la foto siguiente se ve con claridad: 38.87.232 Está claro que 38 corresponde a una Cappra 125, que el grupo 87 es el de herramientas de taller, y que 232 es el de pieza. Pero ... ¿para qué sirve?


Las dos siguientes son "útiles para el cierre del motor" de dos modelos distintos. Deben ser utilísimas, pero ni idea de cómo se usan.


Números 5.87.110 y 5.87.210. Enorme la de abajo. Ni idea de qué uso tienen.


Terraja numerada como 5.87.110 Sepa Dios qué tenga que ver con los tubos anteriores ...


Cacharro curiosísimo con sopa de letras. Me da que tenga algo que ver con ruedas porque pone "Delantera" y "Trasera" y se lee "Impala" y "150 Comando" en varios sitios. Ni idea de qué es ni para qué vale.


Especie de alfiler con barrilete (o barrilete con alfiler) numerado como 5.87.212 Ya me diréis para qué se usaba.


Otra cosa no identificada, que parece una raqueta y pesa bastante.  5.87.126 en este caso.


Y, finalmente, fistro con doble mariposa y sin numeración. En este caso no sé siquiera si es Montesa. ¿Puede que sea un extractor de cojinetes? Como valga para el rodamiento ciego, doy saltos de alegría.


Por supuesto que en el lote venían otras muchas cosas que sí conozco, pero eso no tiene gracia. A ver quien es el listo que se anima y me cuenta qué es todo esto.

martes, junio 28, 2011

Un golpe de suerte



Cierra Iniesta, uno de los concesionarios históricos de Montesa, en el que llevo años comprando a Mari y a Pepe, dependiendo de si iba a verlos entre semana o en sábado por la mañana. Liquidan por jubilación, y se les echará de menos, porque no había otro lugar igual en el centro de Madrid. A cinco minutos de casa, y con stock de cosas que te facilitaban la vida.

El caso es que hace unos días me enteré por el foro de "La Maneta", me pasé y les pregunté si me venderían las herramientas Montesa que tuvieran por allí. El resultado es esa caja de la foto. Tengo que hacer inventario y contarlo con más calma, pero no me resistí a poner el avance: esa caja contiene incluso los extractores del motor Impala original que se usaron en todas las Montesa.

Estoy que no me lo creo.

Edito y añado foto de parte de lo que había en la caja, algo más limpio.


Tengo que repasar los catálogos para averiguar la función de algunas cosas. Ya os contaré.

lunes, junio 20, 2011

Impalada 2011. La primera, si Dios quiere.


Empiezo esta crónica pasada la medianoche que nos llevará al Lunes 20 de Junio. Pronto habrán pasado 48 horas de que sonaba el despertador para arrancar con mi primera Impalada, y sigo sin tener claro cómo meterle mano a esta experiencia. 

Esta mañana, mientras desayunaba frente al mercado del Born en Barcelona, recibí un cariñoso correo de Pep Itchart con el que me adjuntaba una foto en la que sonrío mientras su hijo me fotografía a los mandos de su preciosa King Scorpion. Esta tarde, en la última comprobación de correo antes de despegar del Prat, dos correos más y varias fotos. Jaume y Nacho también me mandan la parte de la historia que viví con ellos y me dicen que esperan leer estas líneas.

Dos párrafos y van ya tres amigos. Tres amigos, varias fotos, y un montón de momentos a los que me temo que no sacaré el jugo literario que merecen. En el fondo, días como el que intentaré contaros me dejan claro que no soy más que un pobre juntaletras que tiene la suerte de haber dado con todos vosotros. Lo que hace diferente la historia de hoy es el miedo a no saber devolveros un poco del montón de felicidad que me habéis proporcionado en estos días en vuestra tierra. 

Pero os la debo, así que allá vamos.

Primera foto: la Pedrera con mi mujer. Hecha por mi hija Myriam, mientras disfrutaba de nuevo de Gaudí esta tarde de Domingo. Debí haber empezado el relato con una foto de la mañana en la Sagrada Familia, pero ninguna de las que tomé me trasmitía la emoción que me produjo entrar al templo por la puerta de la Expiración y verlo en su estado actual. No sé qué habrá pensado la guía, pero se me cayeron dos lagrimones como a un niño pequeño.


Empiezo con ella porque creo que nunca había traído al blog una foto de mi mujer, cuando ella es realmente la que hace posible que os cuente esos disparates con los que Ramón se ríe pensando que "estoy enganchado". Y además está hecha en uno de los lugares que forman parte de una Barcelona a la que amo profundamente; la Barcelona de la Sagrada Familia, de la casa Batlló, de la Barceloneta, del parque de Montjuich, del Paseo de Gracia, del Barrio Gótico, de Santa María del Mar, del arroz a banda de Casa Julio. La Barcelona de Pep, de Jaume, de Fernando, de Ramón, de Eugeni, de Arnau, de Pim, del otro Jaume y de tanta otra gente que forma parte de un paisaje donde siempre me siento como en casa. La Barcelona que mi mujer ama conmigo y que mi hija ha empezado a entender y a hacer suya este fin de semana.

Siete y diez de la mañana. Paseo del Born, frente al mercado. Pep ha ido a por su Texas mientras, rodeado por una ciudad dormida, miro la moto con la que compartiré el día. Sensaciones complicadas de volcar a un papel; estoy de vuelta en mi infancia, cuando vi por primera vez esa moto con mi tío Luís a los mandos. Pero también tengo dieciocho y la moto es mía.

Aunque no olvido aún que es de Pep, una persona cuidadosa y que adora sus Montesas. No es sólo agradecimiento por la oportunidad de estar aquí hoy. Hay también una tremenda sensación de responsabilidad. Y dudas. ¿Y si me voy al suelo? Me estoy poniendo histérico sólo de pensarlo.


Miro el parcial mientras intento familiarizarme con los mandos antes de que vuelva Pep, que ha ido a por la Texas. Necesito hacerlo porque confieso que mi King no ha hecho ni diez kilómetros desde que la arreglé, y necesito refrescar sensaciones que pertenecen a un pasado que se remonta veinte años atrás. Se supone que en un par de horas voy a estar a los mandos de esta belleza en mitad de paisajes cuyos nombres son leyenda absoluta entre los moteros de la región más motera de España. Sé que esto no va de demostrar nada a nadie, pero ... ¿os imagináis cantar un villancico en la Scala de Milan? ¿Y hacerlo mientras Pavarotti te mira?

Pues así se sentía el autor de este dislate cuando repasaba mentalmente nombres como Collformic, el Parque del Monseny, Seva ...


Tan metido estaba en mi agobio, que empecé la jornada con una primera demostración de conocimiento y soltura al arrancar la moto. Una patada con cara de "esto lo hago yo todas las mañanas" y ... nada. Dos y nada. Carburador cebado, y la King sigue muerta. Menos mal que Pep me dijo con suavidad aquello de "yo tampoco me acuerdo nunca de poner la llave". Espero que pensara que el color de mi cara era un homenaje más a la marca, como mi chaqueta o mis guantes.

En fin, que arrancada la King, empezamos a movernos por Barcelona. El motor es tan suave como recordaba. Tres primeras marchas bastante cortitas y que metes como en una trialera, una cuarta algo más larga y una quinta bastante descolgada que te permite cruceros razonables sin pasar la moto de vueltas. No mucha potencia en altas, pero buscas la sexta en ocasiones. Dije por algún lado que la distribución de este cilindro me parece calcada a la de las 247 y sigo pensando lo mismo. Algún día los mediré.

La cabra tira al monte y ya me estoy yendo a la mecánica. Reenfoco el objetivo y sigo con la crónica. La foto de abajo está tomada por el hijo de Pep desde su Texas 250. Una moto que suena a Impala vitaminada y que tiene pinta de andar como un tiro.


Con una parada previa en una gasolinera, donde hice alguna foto que no incluyo por no salirme de la línea central de la historia, llegamos al restaurante Mas Corts en Sant Frost de Campsentelles, desde donde se daría la salida al recorrido previsto. Como Nacho Bartlett ya andaba por allí, aparcamos las motos juntas, y la foto tiene poco desperdicio: una King Scorpion de segunda serie flanqueada por la Texas 175 de Nacho y la 250 de Pep. Probablemente, tres de las Montesas más exclusivas, en perfecto estado de revista y preparadas para irse de excursión. De no ser por mi casco moderno, la imagen podría estar tomada en la época del nacimiento de estas tres princesas.


En Mas Corts nos reunimos con Eugeni Tiana (amigo virtual hasta ese día y propietario de una preciosa King) y Fernando Piris. Eugeni, con quien rodamos luego un buen rato, me trajo un regalo del que luego hablaré, y Fernando se acercó sólo para saludar porque no habían podido poner a punto la Impala 175 en que pensaba haber venido. Una auténtica lástima porque el Piris es ese tipo de persona con la que siempre tienes una conversación pendiente. Y no necesariamente de motos; un ser humano de tal categoría personal que casi llegas a olvidarte de que sea bultaquista. Si no digo la estupidez reviento, pero ver a Fernando fue una de las alegrías del día, y daría algo porque esa Impala esté por la labor el año que viene. Que sé de más de uno que ya está buscando montura para 2.012 ... sin necesidad de leer crónicas. Ese uno del que hablo resultó ser uno de los personajes más populares del imaginario colectivo como propietario y cosufridor de un aparato mítico para muchos de los asistentes: la genuina Cota 247 Cojones Grandes por la que todos preguntaban con verdadero interés. En la foto, Eugeni, un impalero cuya filiación desconozco, servidor y Fernando.


Más fotos: Fernando, servidor, y Nacho:


Entre saludos a unos y a otros nos inscribimos y pudimos ver al bueno de Jaume Domínguez que andaba liado con las inscripciones, la entrega de acreditaciones y todo el jaleo administrativo que los compañeros del Moto Club Impala (digo orgullosamente compañeros porque, aunque sea el último mono, ya soy el socio nº 190) gestionaron con una eficacia maravillosa. Mientras tanto, el parque cerrado crecía y crecía, tal como puede verse en la foto. Auténtica marea roja.


Y aquí me fui a la cama a la una y media de la madrugada. Son las siete y cuarto del lunes y me acabo de levantar habiendo repasado en sueños todo el fin de semana una vez más. Continuo con mi historieta. Como Pep iba de organizador y tenía que estar en mil sitios a la vez (algún día sabré cómo hace para multiplicarse y mantener una calma que traslada allá por donde pasa), quedamos en salir juntos el señor Barlett y yo. Y creo que fue una elección perfecta. Nacho no sólo conocía bien el recorrido, sino que monta en moto estupendamente, y sin abandonar nunca el sentido común. Fue un auténtico placer seguirle por la primera parte de la excursión, aprender de sus trazadas y admirar lo bien que va esa Texas con sus 175 centímetros cúbicos. Sé que no es una comparación muy ortodoxa, pero cuando luego pude probarla durante unos kilómetros, me recordó mucho al concepto de mi BMW R1200GS: una moto de manillar alta, pero muy ágil y con una estabilidad estupenda. Disfruté con ella en las curvas ... sin ser consciente de que monta atrás un neumático de trial ... pero es que venía de muy atrás viendo a Nacho trazar sin miedos de ningún tipo, y no lo pensé dos veces.

El recorrido, una verdadera maravilla. Soy perfectamente incapaz de contarlo con detalles geográficos precisos porque no me son familiares casi ninguna de las poblaciones que atravesamos, ni la cabeza me da para poner en orden tantísimos kilómetros. Pero sí sé que es el paseo más bonito que haya hecho en mi vida a bordo de una moto. Prácticamente todos los tramos fueron de los que te hacen desear parar cada dos kilómetros a coger la cámara de fotos y dispararle a todo lo que tenías alrededor: las motos, las personas, el paisaje ... toda una mezcla de elementos que contribuyeron a una experiencia impresionante.



Pero paramos poco. Primera razón para que haya hecho pocas fotos. La segunda fue que en cada parada había gente encantadora que se acercaba a charlar un rato conmigo. Algunos, compañeros de La Maneta; otros, procedentes del foro online de Nacho. Daba igual la procedencia: todos con una sonrisa y una palabra amable en la boca. Muchos de ellos, gente interesante con la que hubiera deseado pararme mucho más de lo que pude.  La foto de abajo, hecha en pleno Montseny, recoge a dos de ellos: a la izquierda José Antonio (acervo en la vida online), a la derecha, Jaume (JaumeDNA en el ciberespacio). Con ellos estuve un rato agradabilísimo en el tramo final de la Impalada.

Antes de esa foto, habíamos parado a repostar en Tona, otro de los escenarios que forman parte de mi vida, y donde aparecemos todos los 12 de Octubre que podemos para compartir la Montesa-da, que es como a Pim le gusta escribirlo.


En el Montseny pasaron algunas cosillas destacables que sí recuerdo. Apareció Davidbf, un manetero de los de siempre al que me hizo ilusión saludar. Puse mal la pata de cabra de la King, que se fue al suelo con alguna consecuencia que no supe ver en el momento. Y por si fuera poco, Jaume me dijo que le apetecía rodar conmigo ése tramo. Jaume, para quien no lo sepa, es montesista por parte de padre. Su padre trabajó en Montesa toda la vida, y de aquella fábrica salió para él la Impala 2 que Jaime heredó ... y de la que afirma no saber qué tiene en el motor. Y yo no sé qué tendrá, pero lo que sí sé es que fui tras él unos pocos de kilómetros en algunos de los tramos más retorcidos e incluso algunos kilómetros de autovía. En unos me costó trabajo seguirlo porque Jaume monta en moto como los ángeles. En otros, mi 250 daba para seguirlo, pero a costa de abrir el gas mucho más de lo esperable con la teórica diferencia de potencial que había entre los dos motores. El día que abra el motor, quiero fotos.

La foto de abajo me la envía Jaume, y se le ve con su Impala 2 carenada conmigo al fondo. Juraría que en los alrededores de Granollers, pero no estoy seguro. De lo que sí estoy seguro es de que el rato que rodamos juntos fue toda una experiencia. Hubo momentos largos en que me olvidé por completo de que la moto fuera de Pep, de que ya no tengo veinte años, de que el cambio estaba a la derecha y de todo aquello que una persona sensata hubiera tenido en cuenta. Me limité a sentir. La King y yo éramos una misma cosa, y la carretera poco más que una excusa para fundirme con ella. Jaume iba delante marcando un recorrido que conocía bien, y cada vez que él tumbaba, frenaba o levantaba la moto, mi propia Montesa seguía sus movimientos con una fluidez que nunca me habría creído capaz de imprimirle.




Nacho, que venía detrás, me vio pisar dos líneas continuas y decidió que mejor nos reuníamos en la comida. Y yo seguí a Jaume olvidándome de dos cosas que luego me dieron la lata un rato. Por un lado, la correa del casco se había aflojado y el viento lo levantaba incómodamente por la visera en los tramos rápidos. Por otro, la maneta de freno se había quedado floja con la caída en el parking del Montseny, y se movía arriba y abajo haciendo extraña la operación de frenar. Menos mal que, un rato después Eugeni me prestó un destornillador mientras charlábamos con Keus, otro manetero de pro que se acercó a un reagrupamiento a saludar amigos.

Desde allí pusimos rumbo de nuevo al restaurante Mas Corts, donde esperaba otro rato para recordar, aunque ya no fuera a bordo de una moto. Porque la mesa en que comimos era un lujo asiático de nuevo. El bueno de Ramón Valls se había acercado a comer con nosotros, y lo tuve a mi izquierda todo el tiempo, partiéndose de risa a mi costa. A Ramón lo conocéis porque es parte importante de estas páginas (es el punto de unión de muchos de nosotros) y de mi vida. Un tipo verdaderamente especial, que nos ha arreglado mil problemas a todos, siempre con una sonrisa burlona en la cara. Todo un detalle por su parte haberse venido, sólo para sentarse con Nacho, con Pep Itchart, con Pep Russinyol, con Jaume, con Xavi Arenas ... y así hasta cubrir las diez plazas que tenía una mesa que fue un broche agradabilísimo para un día redondo.

La sobremesa, otra delicia hablando del proyecto 24 Horas, de mil curiosidades en torno a nuestra afición, de amigos comunes y de experiencias con motos. Algunos momentos increíbles, como cuando alguien me contó que al descubrir este blog no pudo evitar imprimirlo y que lo tiene en la mesilla de noche ...

De ese rato recuerdo con especial cariño la charla con otros tres adictos a las King: Jordi Arandes, Toni López y Eugeni Tiana. Toni es todo un poeta, a quien tengo que pedir permiso para traer a estas páginas una conversación que tuvo con su King Scorpion, y que cada vez que leo me hace sentir vergüenza por tener la mía parada en un garaje. Jordi es otro amigo que empezó como una consulta nacida en estas páginas y lleva años apareciendo en mi vida con una sonrisa y dando siempre veinte veces más de lo poco que recibió de mí. Y Eugeni es un figura; un tipo con una sonrisa socarrona, que admite ser más bultaquista que montesista, pero que se baja de una 247 para subirse en una King con la misma naturalidad con que te regala algo tan especial como ésto:


Que sí, que somos unos frikies, pero ... ¿se os ocurre mejor modo de describir el día que estábamos cerrando? Un millón de gracias, Eugeni. Ojalá nos veamos el año que viene en esas curvas de tu tierra.

Y siento que la lógica me va acercando a un final que linda con mi hora de irme a la oficina. Y que me faltan veinte anécdotas más con que hacer justicia a todo el cariño que rodeó ayer. Debería hacer mención de la charla con Impalable, con Esteve, con los buenos de Kalatrava y Guillén (murcianos de pro de La Maneta a quienes saludé en la comida), de XaviSR, y de muchos más. De los amigos del Moto Club y el rato charlando con "Coro" sobre secretos de las motos de carreras de la época. Y de tantas otras cosas. No, Óscar, no me olvido de ti, compañero. Pero me resulta complicado hablar de alguien capaz de mantener el buen humor en medio de la que te tocó vivir. Siempre das ejemplo de muchas cosas, y ayer no fue una excepción. Seguro que la del 2012 es la tuya.

Y voy cerrando. Terminada la comida, bajada hacia Barcelona siguiendo a Pep hasta el garaje de casa. Preciosa la entrada en Barcelona desde la montaña. Tanto como para recordarla pese a tener lugar al final de un día tan completo como el sábado. 

Y última foto mía, con el cuentamillas de la King al dejarla descansar. Marca 426 millas. Que si los cálculos no fallan, hacen un total de 143 desde las 7 de la mañana. 228,8 kilómetros en total.

Todo un día para recordar durante una vida.



Y si abrí con mi mujer como clave oculta en todas estas historias que os cuento, es de justicia que cierre con la otra persona sin la que esta experiencia no se hubiera producido. Me ha costado trabajo encontrar una foto en la que se le reconozca, porque no paró un solo minuto (como no había parado durante mucho tiempo antes para que un montón de gente que no lo conoce sea un poco más feliz). A la derecha de la foto de abajo, medio de perfil, con su Bell de época y su barbour Clice, Pep Itchart.


Pep es el dueño de la King, el diseñador de mucha de esa comunicación tan cuidada que hay en torno al Moto Club Impala, el marido de una mujer que también monta en moto y el padre de un niño al que tiran más los mandos de una Cota 49 que el asiento de atrás de una Texas, pero que ha aprendido de su padre a hacer felices a los demás haciendo fotos desde la moto amarilla que algún día será suya. Pep es quien pone a tu disposición una moto única a la par que te hace sentir que es feliz de que la uses como si fuera tu propia moto. Pep es una de las personas que mejor encarna esa Cataluña de la que hablaba al principio de mi crónica. De los que hacen bueno el tópico de que no hay amigo más fiable que un catalán cuando es tu amigo. De los que se pondrán colorados al leer esto, pero no me lo dirá nunca por no molestar.

Te debo otra, amigo. Y espero verte de nuevo en la de 2.012.

Moltes graciès a tots.


domingo, junio 12, 2011

El motor del proyecto 24 Horas (desmontaje de motores Montesa 5 marchas)


Tras leer una de las últimas entradas sobre motores, me sugería Fernando Piris en un comentario la posibilidad de comenzar una serie de artículos sobre montaje y desmontaje de motores Montesa. Y sin pensarlo mucho, le dije que me comprometía a ello. Así que, dado que tenía que empezar a trabajar sobre el motor de la futura "24 Horas", he aprovechado para hacer las cosas con calma, tirar de método, y hacer un uso extensivo de la cámara de fotos, con el objetivo de cumplir con la palabra dada. Ojalá sirva de algo para alguno de los lectores.

El motor que voy a emplear en esta moto -no podía ser de otro modo- es un King Scorpion. Concretamente un "primera serie" de numeración 34M0717, que proviene de casa de mi amigo John Haberbosch, a quien se lo pedí hace un tiempo con idea de hacer un motor rápido para la segunda King Scorpion que hay en casa. Este motor vino de casa de John desmontado y metido en una caja, con las piezas bastante ordenadas en bolsas "zip", tal como John suele mandarlas. Y así ha pasado un par de años hasta que esta mañana lo empecé a sacar. Abajo se ve una foto de como estaban las cosas sobre las 9 de esta mañana:


Veréis que los cárteres venían pintados de negro, con lo que tocaba decapar, cosa que hice con Zylaxel, que da un buen resultado sin dañar el aluminio. Por supuesto ... guantes de goma hasta el codo porque es enormemente cancerígeno.

Siguiente paso, fotografiar. En este caso, tapa izquierda del cárter donde se aprecia en doble cojinete que estos motores llevan en el manguetón izquierdo del cigüeñal, a diferencia de los motores Impala (o Cota 247, que van con un rodamiento). El listado de rodamientos lo tenemos en el libro de despiece, pero nunca está de más ir fotografiando para tener referencias. Observad que entre los dos cojinetes hay un separador, que veremos luego en una foto adicional.


Foto de detalle del cárter izquierdo donde puede apreciarse bien la numeración de los cojinetes del cambio. Se ve que el casquillo de bronce del arranque está bien y no necesita ser reemplazado. De hecho, a estas alturas, se aprecia con claridad que el motor no ha sufrido maltrato al ser reparado. No hay golpes, no hay señales de sobrecalentamiento, no hay restos de pegamentos raros ... todo en orden. Hasta este momento casi se podría pensar que el motor no fue abierto desde su fabricación hasta que John lo desmontó para mandarlo a España.


Foto del semicárter derecho con el segundo casquillo de bronce del arranque (también en buen estado), el único cojinete del lado derecho del cigüeñal, y el famoso cojinete "de contacto angular" que no hay quien sea capaz de sacar del alojamiento sin un extractor muy especial ... que no tengo. Como está en aparente buen estado, asumiré de momento el riesgo de no reemplazarlo, porque puede ser más dañino intentarlo sin las herramientas adecuadas.


El siguiente paso es extraer los retenes, que desecharemos. No vale la pena arriesgar aquí por el coste que tiene reemplazarlos. La herramienta que se ve en la foto es de procedencia Ebay, y una verdadera maravilla, que permite trabajar sin rayar los alojamientos de los retenes, como puede suceder si lo hacemos con el método de "destornillador plano fino y martillo".


Aquí encontramos un indicio claro de que el motor ha sido reparado tras salir de fábrica. El retén derecho del eje de selector de cambio está montado al revés. Debía ir, como siempre, con la parte del muelle hacia el interior, y sin embargo está al revés.


El siguiente paso sería desmontar los portaretenes del cigüeñal, operación que comenzamos por el derecho. En la foto pueden apreciarse perfectamente los tornillos rotulados como "UM" que empleaba Montesa en todas sus motos.


Con un destornillador plano (o un botador a propósito) se enderezan las pestañas de la pieza de aluminio que asegura que los tornillos no saldrán de su posición una vez montados.


Un truco: a veces, el retén del cigüeñal es complicado de sacar del porta. En ese caso, lo más seguro para la mecánica es montarlo al revés en su alojamiento. Basta poner tres tornillos, y con eso se puede emplear la herramienta sin miedo a deformar nada:


Con el porta izquierdo haremos lo mismo ... con una salvedad. Este porta va sujeto por seis tornillos de cabeza cónica. Al invertirlo, si usáramos los tornillos cónicos, pondríamos en riesgo los alojamientos porque estaríamos trabajando sobre su parte más débil. Así que volvemos a usar los tornillos hexagonales del otro porta, que apoyan planos sobre éste, y no jorobaremos nada.


El siguiente paso, como se debe hacer siempre, es acumular las piezas de cada grupo en un montoncito. Observad que he dejado incluso la junta original para poder medir su espesor. Es este caso, 0,65 mm de junta de color negro ... de época absolutamente. Evidentemente, una vez medida la junta, va al cubo de la basura. El cigüeñal tenía varias arandelas de reglaje, que mantenemos en su grupo correspondiente de cara al montaje.


En este momento, lo suyo es abrir el cuaderno de taller y tomar notas sobre medidas y disposición de los elementos que deberán ser montados luego en un orden concreto, como es el caso. Ya aproveché para tomar nota de los retenes y cojinetes que necesitaré cuando nos pongamos con el cierre del motor.


Tomadas las notas, pasamos los elementos que guardaremos agrupados a la lavadora de piezas, para limpiar y desengrasar. Tened en cuenta que los alojamientos del cigüeñal son uno de los puntos donde la grasa se vuelve más sucia dentro de un motor. Hacer esto ahora es un poco rollo, pero se agradecerá en fase de montaje, porque nos evitaremos manchas y "sensación de espesor" mientras vayamos trabajando.  Por si alguien se da cuenta, el cigüeñal que vemos en la parte de arriba de la lavadora no es el de este motor, sino de un Impala.


El mismo tratamiento de desengrasado lo aplicaremos también sobre la tornillería. Es mi caso, metí en un vaso todo lo que quería desengrasar, y luego se le pone el chorro encima durante un rato, y asunto terminado. Se secan con un trapo, y tan contento.


El siguiente paso es agrupar, con precinto de bolsas de basura, los elementos en grupos, para evitar errores en la fase de montaje. Observad que, en este caso, mantengo los retenes, dado que mi memoria es pésima, y que al montar es importante poner el "SD" en su sitio y el "D" en el suyo. Estas letras indican sentido de giro en los retenes que van montados en el cigüeñal. Si alguien leyó la hoja del cuaderno de arriba, verá que también allí dejé constancia por si acaso.


Toca turno de meter los cárteres (ya decapada la pintura negra, proceso que omito por no ser general) en el horno, a unos 180 grados de temperatura. En mi caso, bandeja abajo y activo horno y grill simultáneo, por si alguien tiene la duda. El horno procede de mi casa; lo guardé para llevarlo al taller cuando mi mujer decidió que era hora de reemplazarlo por uno nuevo. Y se le saca un partidazo, conste. El fundamento teórico de esto está en que los coeficientes de dilatación del aluminio y el acero son diferentes, y esto facilita que los cojinetes salgan con facilidad.


Truco adicional: si desmontamos los rodamientos, podemos hacer dos cosas: guardar las bolas (algunas son útiles para reemplazar las de las palancas de arranque, por ejemplo), y fabricarnos un botador de cojinetes ... si tienes torno y le comes unas décimas al exterior, como pretendo hacer luego.


Finalmente, aproveché para ponerme como un cerdo puliendo los cárteres, de forma que quedara todo preparado y limpio para el siguiente día, donde nos meteremos de lleno con el montaje.


La verdad es que termina uno hecho una lástima, pero el resultado es de los que dan mucho gusto: fijaos lo bien que refleja mi imagen en la foto. Y si, el delantal de trabajo es Montesa. Friqui que es uno, oiga.


Penúltima foto, y comentario adicional. La Impala, cuyo motor cerré ayer con sensación agridulce. El embrague y el cambio van como salida de fábrica (sin ruidos gracias a los muelles de Nacho y con una suavidad extrema), la cuarta de Sport es una delicia, y el piñón de 14 le da una salida más cómoda en primera. Pero el cigüeñal que puse hace un ruido que no me gusta mucho ... por eso la foto anterior con el cigüeñal suyo en limpieza. Habrá que ponerlo un poco más adelante.


Y la última imagen: la tornillería preparada para el montaje, aunque eso será dentro de tres semanas. El próximo fin de semana toca Impalada, y el siguiente me voy a la Menéndez Pelayo, con lo que el motor tendrá que esperar.


La tornillería, efectivamente, está duplicada. Cosas de John, que me mandó dos grupos de elementos, pero se olvidó de una parte del selector. Habrá que cogerla de otro de los motores, o pedírsela.

Seguiremos informando. Espero que a Fernando le parezca suficiente como guía de desmontaje. Sé que no empieza por el inicio del todo (espero remediarlo en fase de montaje), y he omitido las medidas concretas de los elementos, dado que pueden diferir entre unos motores y otros; para quien las necesite, están en la nota de taller de la foto de arriba.

lunes, junio 06, 2011

Nuevo proyecto. De esta, me echan de casa.

La carne es débil.

Quien no tenga clara esta premisa, corre el riesgo de meterse en muchísimos problemas en su vida. Y yo la tengo clarísima ... pero a pesar de ello chapoteo en casi todo buen charco que se me ponga por delante.

Y este que os cuento hoy era uno de esos charcos que están puestos en el camino de un pecador para que se tire de cabeza, haga dentro los mil metros estilos, y termine por beberse lo que quede, acompañado de un buen ron.

Os pongo una foto para que podáis calibrar el tamaño del disparate. Aquí lo tenéis:


"A tó meter" de tamaño, como corresponde a la ocasión.

Imagino que a más de uno, esto le parecerá una porquería grande y/o unos pocos de hierros oxidados. Pero no es así. Lo que tenéis delante es un chasis de una Impala cualquiera, que va a acabar convertido en una verdadera purasangre, similar al de sus hermanas de la Escudería Impala.

Los culpables de esto son Pep Itchart y Jaume Domínguez, habituales de esta página (y de mi vida), que me metieron en el lío durante el Classic Moto del Jarama. Desde entonces hasta ahora me di de alta en el Moto Club Impala y me puse a buscar un chasis que me permitiera empezar con el proyecto. Finalmente ha sido un buen amigo (Luís Estrada) el que me localizó éste en Barcelona, donde tienen que hacerle todo un montón de modificaciones para terminar siendo lo que esperamos.

La idea, de momento, es emplear sobre una base de chasis "Impala 24 Horas" uno de los motores King Scorpion que tengo en casa (no podía ser otro), al que se le pondrá un cambio "Blitz" (una mezcla entre el cambio de la 34M y uno de Cappra MX) y -más que probablemente- un cilindro de Cappra MX de aletas lisas. Tal vez me anime y añada también un embrague con dientes rectos y alguna cosa más, pero es pronto para saberlo.

De momento, tenemos ya el chasis en tránsito ... y toda una Impalada para poner la cabeza loca al personal preguntando cosas. Iré contando poco a poco.

domingo, junio 05, 2011

El spray que todo lo encoge

No sé si acabaré siendo el mayor consumidor español de tóricas de 7 x 1,5 mm, pero creo que al salir del taller hoy quedaban sólo seis o siete de las 100 que compré hace unos meses en Comercial Grema. El cambio de la Impala y el motor de la CG han hecho que se esfumaran en un periquete. A razón de 12 tóricas por apertura de motor, más alguna que cae en la tapa de embrague, voy a tener que hacer horas extra para pagarlas.

Domingo cortísimo en la Mancha porque no llegué muy temprano, llevé al campo a mi suegra que tenía que mirar unas cosas en las viñas, y me volví a Madrid a la hora que me dijo mi hijo. Así que no creo que estuviera mucho más de tres horas en el taller. Menos mal que al menos me dio para localizar la falta de suavidad que notaba en el motor de la Impala. Resultaron intervenir dos factores diferentes: por un lado, los corchos del cigüeñal rozaban un poco  por la derecha, y por otro uno de los cojinetes del cigüeñal no estaba en posición, y al apretar los tornillos del cárter, rozaba un poco.

Por el camino, como pasa siempre, perdí una hora pensando en qué demonio pasaba con el cambio, que iba suavísimo sin el selector, pero fatal en cuanto montaba su mecanismo. Después de mucho penar, encontré el error que se ve en la foto de abajo:


En un rapto de estupidez y/o exceso de prisa, monté mal el mecanismo, donde el eje debía ir girado 180º con relación a lo que se ve arriba. El problema es que el eje está tan entero, que no hay marcas de la cadena que me ayudaran a fijar posición. Puestas las cosas en su lugar quedó un tacto de cambio impecable, que espero se mantenga cuando arranquemos.


Para poner el cojinete díscolo en posición jugué con la diferencia entre temperaturas una vez más. Cárter izquierdo al horno un ratito, y cojinete helado antes de cerrar. Mano de santo. Se consigue usando el spray que podéis ver abajo. No es ni barato ni sencillo de encontrar, pero sí muy efectivo. Cojinete frappé en diez segundos, y encaje suavísimo.


Y así quedó, a la espera de volver a por ella cualquier día de estos ... que será casi seguro después de la Impalada en Barcelona.


Pero esa será otra historia.

EDITO, para comentar sobre una pregunta recibida por correo. El spray que usé es, en principio, para comprobación de circuitos electrónicos, y no está pensado para aplicar frío en piezas mecánicas. Pero funciona. Lo hay también de la marca CRC (que fabrica muchos sprays para talleres) ... y se puede sustituir por sprays de aire comprimido de los usados para limpiar los teclados y ratones de ordenador. Aunque, en este último caso, el spray se usa invertido para conseguir el "efecto congelación" que buscamos. Palabra que merece la pena ... aunque sólo sea porque es más rápido que meter las cosas en el congelador ... y "familiarmente inocuo" porque la parienta no interviene.