domingo, diciembre 20, 2009

Master en chapuzas: la Impala arrancó.

Domingo bajo cero en La Mancha. En el recorrido desde Madrid temperaturas entre 4 y 7 grados bajo cero. Supongo que nada impresionante para alguien de más al Norte, pero para este cordobés que junta letras en estas páginas, es una de las ocasiones en que más bajo ha visto marcar un termómetro. Tanto frío que no me he quitado los guantes ni para hacer una foto que acompañara esta crónica. Espero que me lo disculpéis.

Aunque como me dijo luego Corsino (que pasó por el taller a recoger su piñón de 9 dientes para la 247), el día era una auténtica preciosidad. Limpio, claro, con un sol y una luz preciosos, y sin nada de viento. Tanto que se estaba mejor en el patio al solecito que dentro del taller.

El caso es que el mismo fin de semana en que me apañé para perder aquella bendita caja, había dejado la Impala sin arrancar, y con la sensación (que me extrañó) de que a veces el flotador se quedaba pillado y desbordando el carburador. De hecho, según he repasado el episodio mentalmente, mis sensaciones eran de un encendido demasiado adelantado y de un carburador con algún problema de montaje.

Así las cosas, hoy empecé por desmontar la cuba para llevarme una de las sorpresas más grandes de mi vida: ¡¡el carburador de la moto tenía el flotador montado sin eje!! Y, como me pasa siempre, lo peor del caso es que no podía echarle la culpa más que a un solo imbécil. Exacto: al mismo que me tiró la caja con el depósito, las botas y el resto del material.

No tenía otro eje, evidentemente. O al menos, no tenía más que ejes montados en otros carburadores, y no tenía malditas las ganas de desnudar un santo para vestir a otro. Así que me puse a pensar qué hacer, y mirando la caja de piezas Amal usadas reparé en las agujas viejas que guardo cuando cambio el conjunto emulsor/aguja. La razón inicial de fijarme en ellas fue que el material parecía el mismo que el del eje original ... pero cuando la probé sobre uno de los asientos de la cuba, resultó que tiene el diámetro del eje perdido, y que sólo con cortarla a la medida precisa, tenía el primer problema resuelto. Primera chapuza, de notable.

A continuación, cuarto y mitad de patadas, amagos de arrancar dispersos y un par de carreras que tampoco resultaron, con lo que la moto volvió al elevador a comprobar el encendido con el sistema de la bombilla y el cambio de intensidad en la luz. El resultado confirmó mis previsiones: los platinos estaban demasiado cerrados, y el encendido demasiado adelantado.

Pero al desmontar aprovecha la chaveta para entregarle a Dios la poca vida que le quedaba. Y aunque sé que no es estrictamente necesaria, no me gusta montar encendidos sin ella ... y tampoco tenía de repuesto, excepto en otros motores que no quería desmontar. Así que después de mucho cavilar, encontré que las arandelas del 12 (o del 10, que no estoy seguro) tiene un espesor bastante similar a la difunta chaveta, con lo que unos minutos de Dremel y muela de afilar obtienen una chaveta que el encendido acepta como buena, y que me permite acabar con la puesta a punto. Segunda chapuza y sobresaliente. :-)

Corregida la puesta a punto, la moto arrancó perfectamente a la primera patada, ocasión que aproveché para sacarla a la calle y probar el cambio de marchas. La verdad es que el coche que estuve a punto de tragarme debió quedarse un poco pasmado de ver un cacharro sin depósito andando por la calle ... porque la saqué con el depósito auxiliar de taller. Accesorio que, dicho sea de paso, recomiendo por su utilidad a todos los que andáis en la chatarra.

El paso siguiente fue comprobar luces. De entrada, funcionaron bien el faro y la bocina, y falló el botón de paro. Primera masa defectuosa corregida y paro en funcionamiento. El siguiente punto por revisar serán las luces traseras, porque tampoco hacen buena masa.

Pero se va acercando el momento de traerse la moto a Madrid.

¿Alguien sabe de un pintor rápido para que me dejen el depósito listo en unos días?

:-)

lunes, diciembre 07, 2009

Tirando horas a la basura

Ayer volví de un fin de semana de trabajo con la Impala.

¿El resultado? Penoso. Al llegar a casa dejé un instante una caja encima de un cubo de basura, mientras volvía al coche para recoger otro bulto. El contenido de la caja era exactamente:

1.- Un depósito de Impala Turismo desoxidado y a medio decapar.
2.- Los productos químicos para su tratamiento interior.
3.- Tres juegos de zapatas para mandar a forrar: uno de Impala, otro de Cota 330 y otro de 349.
4.- Un juego de guantes Mechanix y otros más finos.
5.- Un cuentakilómetros de Impala Turismo.
6.- Un kit de galvanizado sin estrenar.
7.- Unas botas de campo nuevas con cinco días de uso.

Es decir ... unos cientos de euros y un montón de horas de trabajo ... porque al volver del coche se me olvidó recoger la caja, y el portero la tiró a la basura.

La verdad es que hay momentos en que uno se plantea si es tan gilipollas como se siente.