domingo, diciembre 28, 2008

Entrenamiento Trialmadrid 28 de Diciembre 2008

No creo que la Sierra de Madrid haya visto esta mañana una sonrisa más grande que la que servidor se ha llevado puesta del entrenamiento social de Trialmadrid.

Pocas veces tanta buena gente junta, pocas veces tanta moto clásica de verdad, y nunca un sistema tan agradable de pasar una mañana de trial. Porque nos hemos metido en el cuerpo 18 zonas de vellón una detrás de otra, como si se tratara de una carrera. Pero con varias diferencias: no había jueces ni picas, sino que íbamos por parejas y cada uno se responsabilizaba de la tarjeta de su compañero. Tampoco era necesario dar las tres vueltas en orden, sino que bastaba completar tres pasadas en cada zona.

El resultado ha sido uno de los mejores ratos de trial en este año que cerramos. Más aún porque esta mañana ha sido el bautizo de fuego "de verdad" de la 247 de John. La podéis ver en la primera foto con Alfonso Sánchez-Eguíbar a los mandos.

La moto ha ido absolutamente de coña. Espectacular. El motor mantiene el ralentí como el día que la sacaron de Esplugas hace 40 años, el freno delantero es la cosa más suave y potente que yo haya probado en una clásica, y el chasis es noble y fácil de llevar. Parece mentira lo que pueden cambiar las cosas sólo por dos dientes de un piñón de salida. Desde que quité el 11 y puse el 9, la moto es otra cosa completamente diferente.

El único problema a efectos de blog es que estuve tan entusiasmado con la moto que no he hecho prácticamente ninguna foto. Y las hubo buenas, porque en algún momento estuvo Togno metido en zona sobre mi Tambores Grandes a la par que yo lo hacía sobre su Sammy Miller. Debió terminar el trial con la tercera parte de puntos que un servidor ... lo que demuestra que en este deporte el piloto lo es todo. Porque a su moto le queda mucho trabajo por delante hasta que quede como a él le gusta llevarlas.

De las poquísimas fotos del día, la que hice a modo de "despedida y cierre" tiene otra protagonista importante: la BSA de José María que por una vez no estuvo como única inglesa del lugar. Hoy han estado la Royal Enfield de Bertrán, la Triumph 500 bicilíndrica de Enrique Echezarreta, una Motobecane 200 de 4 tiempos preciosísima, y alguna que otra moto con muchísimos años a cuestas. Y en las españolas también hubo variedad ... porque si no es normal ver una Sammy Miller al lado de una 247 MkI, lo es aún menos que eso se produzca encontrándose con dos Mick Andrews 250 en el paddock, o con una Ossa Naranja 250 como trajo Chema Carrión. Pero es que el plantel sigue porque tambien tuvimos por allí a la Sherpa de Lallorea (algún día tengo que ponerle ésa moto a punto al bueno de Juan) y la Ulf Karlsson de Corsino, que se estrenaba entre cintas, también con buenas sensaciones pese a que la prioridad eran hoy Alejandra y Sabina con sus Clipics. Las 348 de Pigneira y Julio cerraban un plantel espectacular. En realidad, desde el punto de vista de moto, de los días más "clásicos" que recuerdo ... y eso que el entrenamiento estaba abierto a modernas. Alguien comentó en la comida entre risas que ... "toda la directiva de Trialmadrid por amarillos y con clásica" ... pero no es cierto al 100% porque Carlos Zorzo se vino con la Sherco en lugar de su Ossa de siempre.

El caso es que la BSA a la que José María llama cariñosamente "la abuela" se ha portado razonablemente ... aunque sólo hasta que el motor ha tomado temperatura y el Amal ha forzado dos o tres caladas estúpidas en zonas que iban bien encarriladas. Una auténtica faena, pero la 330 no era una opción porque todavía no hemos terminado de poner el Mikuni en orden. Además, como su sobrino Álvaro nos hizo de mochilero, era mejor moto para él que la BSA.

En fin, que un día maravilloso en compañía de todos los amigos de Trialmadrid. Y que a falta de que algún alma caritativa me dé una foto de mí mismo montando, cierro con esta preciosidad que lleva en su portanúmeros las pegatinas de Trialmadrid, Motocat y Montesaweb. Ahí es nada. O como diría José María ... "qué gran moto si tuviera un buen piloto".


Edito, por cortesía de Juanito Lallorea que las tomó, y de Chema Carrión que me las ha pasado. Tres fotos en secuencia de un giro clásico con la 247. Se trata de una subida muy obligada, con piedra suelta en cantidad y poco margen para errores de trazada porque vas muy fijo en una sola trazada todo el rato. Es complicada de juzgar como todas las fotos de trial, pero la primera toma (que viene precedida de un giro anterior) es un giro a izquierda sobre tierra y piedra suelta, que cierra un poco más de lo que se puede ver en esta instantánea:


La siguiente es de un giro muy forzado a derechas hecho ... ¡¡con la rueda en el aire en una moto del año 1969!! y por un manazas como el que suscribe. La nobleza del chasis queda en evidencia completa al mirar la foto de Juan, que está tomada en el instante exacto:

Y tras salir vivo del giro anterior, viene uno a izquierda en subida muy comprometido para la rueda directriz y donde el juego de pesos y la tracción son críticos. Esta zona la hicimos muy similar en un trial de campeonato de Madrid, y con la 349 no conseguí bajar de tres puntos. Hoy la he hecho con un dos en una de las ocasiones, y creo que es factible a cero con algo más de práctica.

La verdad es que la moto tiene un potencial fantástico. Estoy loco por meterle mano al freno trasero, porque su brusquedad es lo único que hoy me ha dado lata. Seguro que se puede dar más progresividad con un buen rebaje.

domingo, diciembre 21, 2008

Reformando un depósito de Cota 247

Ahora que me pongo a escribir me doy cuenta del montón de tiempo que llevaba sin escribir nada sobre técnica de restauración. No sé si es síntoma de que me lo paso bien montando o de la falta de tiempo para abarcarlo todo, pero la verdad es que lo tenía un poco abandonado.

El caso es que tenía la restauración de la primera de mis dos Cotas 247 MkI parada casi por completo desde que no encontré su guardabarros trasero hace ya un año. Pero ha bastado que localizase uno en "La Maneta" hace unos días para darle un impulso de nuevo. No sé exactamente qué haré con ella cuando la tenga terminada, pero según recibí el guardabarros puse de nuevo manos a la obra.

Y después de colocarlo correctamente, me enfrenté con otro de los líos que habían quedado aparcados: el depósito. La moto venía de Estados Unidos con uno tan chapuceado que no había forma de arreglarlo. Tenía tal cantidad de "capas" que ya no existían siquiera los rebajes laterales ni los que lleva para los escudos del depósito. Así que, al iniciar la restauración, pedí un depósito a John Haberbosch, que me envió uno al que sólo faltaba pintar.

O eso pensaba yo, porque cuando fui a probarlo a la moto, me di cuenta de que aquello no entraba. En concreto, se producía un choque entre el tubo de escape y una de las salidas de gasolina que comunican por abajo las dos mitades del depósito. Después de intentar ponerlo varias veces, comparé el depósito de John con el que venía en la moto, y me encontré con esto:


Resulta que aunque ambos depósitos sean iguales en su parte superior (tanto como para que John los confunda), tienen diferencias importantes en la parte inferior. La cuestión está en que ambos llevan, además del grifo de gasolina, un par de tomas para que un macarrón auxiliar comunique las dos mitades del depósito por abajo. Pero dichas tomas están situadas de modo diferente.

El de la derecha (MkIII) lleva la toma auxiliar en oblicuo y hacia dentro, mientras que el de la izquierda (MkI) va algo adelantado, y bastante perpendicular al suelo. Consultado el despiece, resulta que el cambio viene dado por el distinto recorrido del tubo de escape, que en la MkI sale por la derecha de la moto "cruzando" el depósito por abajo, mientras que en la MkIII va por la izquierda. A mis efectos, ello quería decir que si quería utilizar el depósito de una en la otra la solución pasaba por cortar un trozo y recolocar la toma auxiliar de la derecha.

Así que, después de comparar a fondo y tomar alguna medida, marqué con un rotulador la zona que tocaba "adelgazar".


A partir de ahí tocaba llenarse bien de polvo de fibra de vidrio a base de meter a fondo la Dremel. Que para los puristas, no se trata de una Dremel sino de un mini taladro de la casa Skill, que es la línea de consumo de Bosch. Recomendable usar mascarilla, gafas y guantes porque la polvareda es grande, y el riesgo de rotura del disco de corte también.


Con un poco de paciencia, el resultado de la operación es exactamente éste:

Es el momento de mirar aquello, suspirar y decir ... "madre mía, cómo no funcione lo de la fibra, la he liado parda". Pero hay que tener fe. Y como la fibra la compramos en un sitio de verdaderos especialistas, esperaremos que funcione. En la foto siguiente se puede ver todo el material que usaremos. En primer plano, la bolsa con el tejido de fibra de vidrio (una manta de un metro cuadrado que creo que me durará toda mi vida), a la izquierda la resina y a la derecha el catalizador. La proporción es 5 a 1 en peso, y es importante que sea de "calidad química" para no tener problemas con la gasolina.


Dicho y hecho, ahora se trata de conseguir herramientas especializadas. A saber: un peso de cocina, una cuchara para coger la fibra y removerla, un vaso de plástico para mezclarla y una brocha vieja para extenderla.

Evidentemente, la involuntaria proveedora de todo este material fue mi santa. Menos mal que no es de las que siguen el blog habitualmente. Smile

En fin, que una vez tengamos hecha la mezcla, pasaremos a cortar la tela en el tamaño necesario. Lo ideal es cortar como un centímetro o dos de reborde más de lo que pensemos cubrir, porque hay que deshilachar el borde de la tela para que agarre mejor. En la foto siguiente se ve como, después de haber limpiado con acetona la zona de alrededor del agujero, "pinto" con la brocha y la fibra los bordes del mismo.


El siguiente paso es sencillo. Se trata de poner con cuidado sobre ésa zona el parche de tela, al que previamente haíamos deshilachado los bordes para que agarre mejor en el depósito.

El resto es tan sencillo como extender con la brocha capas de fibra ya mezclada con el catalizador hasta cubrir bien la zona. Si el lugar está expuesto a golpes se puede usar una tela base más gruesa, o dar más capas de tela a medida que se vayan secando.

Y por supuesto, recordad que el proceso de secado es lento ... entre 24 y 48 horas a temperaturas normales, con lo cual hay que ser pacientes. Si se deja en un lugar muy frío puede llegar a necesitar muchos días.

El resultado final es éste. Ahora sólo falta hacer el segundo agujero para reubicar la toma que estaba en el sitio que hemos recortado. Pero será más sencillo porque es más pequeño.


En fin, que va quedando menos para tener en marcha la primera de las MkI.